Navegamos hacia el estrecho de Messina, la predicción era de poco viento pero pudimos ir a vela, con tramos de 6 a 7 nudos de velocidad. La travesía duró diez horas desde las islas Lipari. Al entrar al estrecho fuimos ciñendo para no bajar la vela, todavía era de día y navegamos entre la parte Este de Sicilia y el Sur de Calabria, una enfrente de la otra y el mar en medio. La parte más angosta tiene menos de dos millas, los ferries pasaban de un lado al otro, cruzando delante y detrás nuestro, había que tener cuidado porque iban rápido. Tardamos unas horas en llegar hasta Taormina, un poco antes de la media noche echamos el ancla frente a la playa y las luces del pueblo todavía estaban encendidas, Allí pasamos la noche. Al día siguiente navegamos con viento a favor, unos 13 nudos y Olé iba a 6 nudos de velocidad, fuimos hacia el sur, a Siracusa, una de las ciudades más antiguas y bellas del mundo, para mi. Entramos la noche del 23 de Octubre de 2011 a la bahía, las luces del Castillo Maniace estaban encendidas y fondeamos frente a una de las ciudades más antiguas del mundo. Al día siguiente las campanas de la iglesia nos despertaron estábamos frente a Ortigia la ciudad vieja, que está en una isla unida por un puente a la ciudad moderna.
Entramos unos días a la marina yachting, para protegernos de un fuerte viento que anunciaron que entraría, pero los pantalanes eran flotantes así que se movían con la marea, tuvimos que sujetar muy bien el barco con varias amarras. Después de varias horas de trabajo con el barco, salimos por la tarde a visitar Siracusa, con 2,700 años, fundada por los griegos, luego perteneció al imperio Romano, y después al Bizantino, está en el sur de Sicilia. Hay restos de ruinas griegas y romanas por toda ciudad; un templo de Apolo, un teatro griego y un anfiteatro romano.
Ortigia; la ciudad donde nació el genio, físico, ingeniero y matemático griego Arquímedes, sufrió un par de terremotos fuertes que la destruyeron, así que no queda casi nada de aquella época, la reconstruyeron entera en 1730 con un estilo único; barroco siciliano. Estuvimos dos veces, ésta primera un par de semanas y la segunda vez cuando regresamos de Grecia en febrero de 2012. Caminar por las calles es un placer, me encantaba salir temprano en la mañana cuando la ciudad está despertando y los primeros rayos de sol la iluminaban, me perdía por las callejuelas del centro, cada día descubría casas y calles distintas. Regresaba por el lungomare, el paseo marítimo de levante, y me quedaba viendo el mar, a veces estaba calmo y otras veces bravo con olas que reventaban y llegaban a mojarme un poco.
Descubrimos una pizzeria buenísima D´Mario, de una familia siracusana, el padre y el hijo cocinaban y la madre atendía en la caja, solo abrían por las tardes de 6 a 10 pm, el local era pequeñito así que me las llevaba al barco, mmm que buenas estaban!. Algunas mañanas iba al mercado, los del puesto de pescado eran muy simpáticos, y también los de la fruta, siempre me regalaban algo. También vendían un queso pecorino (oveja), muy rico, aceitunas y pan fresco.
El duomo (catedral) está en una plaza cerrada y peatonal, su fachada es de de mármol y granito, tiene columnas corintias, esculturas religiosas y escalinatas que te llevan hasta la gran puerta de entrada, por las tardes veías a las mamás sentadas en las escaleras conversando mientras sus hijos jugaban en la plaza. Eso me encantaba de Siracusa que es una ciudad viva donde ves a su gente haciendo su vida cotidiana.
El turismos llega generalmente en verano, la primera vez que la visitamos era otoño y la segunda invierno, así que éramos de los pocos turistas que habían. Hacia un poco de frío a pesar de que Sicilia es de los lugares con mejor clima de toda Italia, pero la luz de invierno es de las más lindas para tomar fotos; cálida y rasante. El único problema del invierno es que hay días de temporales, entra mucho viento y lluvia, nos tocó uno fuerte que no pudimos bajar del barco porque se movía mucho y había oleaje.
Caminando por las callejuelas del centro encontré una pastelería que vendía unas galletas Eureka, entre para probar alguna, estaban ricas; de avellanas y frutos secos. Ésta palabra la dijo Arquímedes cuando resolvió un problema para calcular la masa y el volúmen de un cuerpo, salió a las calles gritando ¡Eureka!, que significaba lo he encontrado.
Un domingo fuimos al teatro dei pupi (marionetas), es una compañía de unos hermanos de gran tradición Siracusana, ellos mismos han hecho las marionetas por varias generaciones. Nos tocó ver "Gradasso assedia Parigi", estuvo entretenido y las marionetas estaban geniales.
Algunas tardes íbamos a la ciudad nueva que esta cruzando el puente, vive más gente, es más comercial y allí encuentras los supermercados grandes.
Los Siracusanos nos hicieron sentir como en casa, pasear por sus calles, saludar a los conocidos era como ser parte de esa historia y belleza. La mayor parte del tiempo estuvimos fondeados en la bahía, me encantaba despertarme y desayunar viendo la ciudad, era la mejor vista que podíamos tener, toda la ciudad frente a nosotros.
Entramos unos días a la marina yachting, para protegernos de un fuerte viento que anunciaron que entraría, pero los pantalanes eran flotantes así que se movían con la marea, tuvimos que sujetar muy bien el barco con varias amarras. Después de varias horas de trabajo con el barco, salimos por la tarde a visitar Siracusa, con 2,700 años, fundada por los griegos, luego perteneció al imperio Romano, y después al Bizantino, está en el sur de Sicilia. Hay restos de ruinas griegas y romanas por toda ciudad; un templo de Apolo, un teatro griego y un anfiteatro romano.
Ortigia; la ciudad donde nació el genio, físico, ingeniero y matemático griego Arquímedes, sufrió un par de terremotos fuertes que la destruyeron, así que no queda casi nada de aquella época, la reconstruyeron entera en 1730 con un estilo único; barroco siciliano. Estuvimos dos veces, ésta primera un par de semanas y la segunda vez cuando regresamos de Grecia en febrero de 2012. Caminar por las calles es un placer, me encantaba salir temprano en la mañana cuando la ciudad está despertando y los primeros rayos de sol la iluminaban, me perdía por las callejuelas del centro, cada día descubría casas y calles distintas. Regresaba por el lungomare, el paseo marítimo de levante, y me quedaba viendo el mar, a veces estaba calmo y otras veces bravo con olas que reventaban y llegaban a mojarme un poco.
Descubrimos una pizzeria buenísima D´Mario, de una familia siracusana, el padre y el hijo cocinaban y la madre atendía en la caja, solo abrían por las tardes de 6 a 10 pm, el local era pequeñito así que me las llevaba al barco, mmm que buenas estaban!. Algunas mañanas iba al mercado, los del puesto de pescado eran muy simpáticos, y también los de la fruta, siempre me regalaban algo. También vendían un queso pecorino (oveja), muy rico, aceitunas y pan fresco.
El duomo (catedral) está en una plaza cerrada y peatonal, su fachada es de de mármol y granito, tiene columnas corintias, esculturas religiosas y escalinatas que te llevan hasta la gran puerta de entrada, por las tardes veías a las mamás sentadas en las escaleras conversando mientras sus hijos jugaban en la plaza. Eso me encantaba de Siracusa que es una ciudad viva donde ves a su gente haciendo su vida cotidiana.
El turismos llega generalmente en verano, la primera vez que la visitamos era otoño y la segunda invierno, así que éramos de los pocos turistas que habían. Hacia un poco de frío a pesar de que Sicilia es de los lugares con mejor clima de toda Italia, pero la luz de invierno es de las más lindas para tomar fotos; cálida y rasante. El único problema del invierno es que hay días de temporales, entra mucho viento y lluvia, nos tocó uno fuerte que no pudimos bajar del barco porque se movía mucho y había oleaje.
Caminando por las callejuelas del centro encontré una pastelería que vendía unas galletas Eureka, entre para probar alguna, estaban ricas; de avellanas y frutos secos. Ésta palabra la dijo Arquímedes cuando resolvió un problema para calcular la masa y el volúmen de un cuerpo, salió a las calles gritando ¡Eureka!, que significaba lo he encontrado.
Un domingo fuimos al teatro dei pupi (marionetas), es una compañía de unos hermanos de gran tradición Siracusana, ellos mismos han hecho las marionetas por varias generaciones. Nos tocó ver "Gradasso assedia Parigi", estuvo entretenido y las marionetas estaban geniales.
Algunas tardes íbamos a la ciudad nueva que esta cruzando el puente, vive más gente, es más comercial y allí encuentras los supermercados grandes.
Los Siracusanos nos hicieron sentir como en casa, pasear por sus calles, saludar a los conocidos era como ser parte de esa historia y belleza. La mayor parte del tiempo estuvimos fondeados en la bahía, me encantaba despertarme y desayunar viendo la ciudad, era la mejor vista que podíamos tener, toda la ciudad frente a nosotros.
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